La 205: Un trabajo necesario

Por Omar Rovira,
director de La 205 (*)


En más de una oportunidad, cuando arribamos a algún pueblo o incluso ciudad de nuestro país con la avidez natural y curiosa del turista, nos llevamos una triste decepción cuando al preguntar al diariero de la terminal, o al chico que expende combustible, sobre tal o cual cosa de su pueblo, nos mira perplejo mientras reconoce ignorar la respuesta.
No se trata de hechos aislados o poco frecuentes; por el contrario, en estos días de tanta “inmediatez” (tevé, video games, internet, etcétera) parecería que contamos con todas las herramientas para el conocimiento de nuestra historia, pero no es así. Por dos razones a mi criterio. Una: a más información menos interés. Dos: para dar con lo buscado alguien debió investigarlo antes por nosotros.
El pasado sábado estuvimos en Uribelarrea, invitados gentilmente por José María Marcos, colega del semanario La Palabra, para asistir a la presentación del libro Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas, cuya autoría recae en los padres del periodista.
Los autores, habitantes de “Uribe”, como se lo llama habitualmente, son Silvia Adriana Gorostidi e Ignacio Marcos, ella docente jubilada y por ende, como es de imaginar, ex maestra de cientos de hombres y mujeres que este sábado se emocionaron acompañando a su “señori­ta”. Él, jubilado ferroviario, español, que, según sus propias palabras, llegó a Uribelarrea cuando los trenes pasaban casi a cada rato y se quedó para siempre a vivir, hacer amigos y formar una familia.
Estas dos personas se animaron a efectuar un trabajo necesario: dejar documentada la historia, al menos desde 1874 a la fecha, casi nada. Pero lo más interesante de su libro parece ser cómo fue creciendo con el aporte de muchos de los actuales vecinos que traían una foto, algún documento, una anécdota y especialmente el amor a su pago chico.
El libro es, pues, un documento rico en referencias y pobladísimo de fotos.
La presentación del mismo fue en sí misma otra experiencia. Podría decirse que asistir a ese evento resultó algo tan intenso como ser invitado a una fiesta familiar donde todos estaban hermanados por sus raíces, por su pertenencia a ese lugar en el mundo que se llama Uribelarrea y está a menos de cien kilómetros de la Capital y que doy fe es un pueblo de puertas abiertas.

(*) Artículo publicado en La Ruta 205. Diciembre de 2007.